Libro: La Dacha Rusa

Libro: La Dacha Rusa

La Dacha es la denominación rusa para referirse a una casa de campo. Pero no es una casa común y corriente, sino una construcción que forma parte de su filosofía de vida.

Según menciona el sitio Meet Rusia Online, las primeras dachas tuvieron lugar en la época de Pedro el Grande, quien entregó estas propiedades alrededor de San Petersburgo a gente que diera buen servicio al Estado. La condición principal para este regalo era el ennoblecimiento del terreno en el que se encontraba la casa. Precisamente el término "dacha" deriva del verbo дава́ть (dar). Esto hace que la vivienda no sea solamente un techo, sino un regalo caro y un símbolo de distinción. Durante mucho tiempo, la dacha siguió siendo un privilegio de los aristócratas y los funcionarios públicos.

Sin embargo, con las ideas del Liberalismo del Siglo XIX, las casas comenzaron a ser más accesibles y años más tarde, se transformó en un fenómeno social masivo: se construyeron “aldeas especiales” en las orillas de los ríos y lagos cerca de las grandes ciudades.

En cada cabaña debía haber una ducha y un aseo personal, varias habitaciones y una cocina. A orillas del río Yauza, se organizaron piscinas, distintos músicos eran llevados a la aldea dos veces a la semana y algunos grupos de teatro de Moscú actuaban en el teatro de verano. El alquiler de la casa para pasar los meses de vacaciones era un estilo de vida establecido. La proximidad a la naturaleza y la tierra despertaban la creatividad de las personas, e incluso, el alquiler de las dachas se pagaba con tres años de anticipación, con un costo que llegaba al valor de una vivienda en pleno centro de Moscú.

No obstante, con el correr de los años la compra o alquiler de estas casas no olvidó su objetivo primario: trabajarla. Sí, trabajarla para obtener sustento, especialmente en épocas en que la sociedad estaba convulsionada por guerras y enfrentamientos internos. La auto-producción para poder subsistir, ayudó muchas veces a aliviar al Estado y a proveer a los habitantes de las materias primas y alimentos. De hecho, las dachas tenían  600 metros cuadrados pero no de construcción propiamente, sino de espacio para plantar: un jardín para cultivar papas, zanahorias, cebollas y otras verduras, también hierbas; invernaderos en los que se cultivaban pepinos y tomates; unos pocos manzanos o ciruelos; arbustos de frambuesa, grosella; camas de flores; a veces una banya o un pequeño cobertizo para criar pollos, ovejas o cerdos.

Las familias con dachas tenían una forma de vida bastante idéntica que formaban relaciones especiales. Los vecinos intercambiaban consejos sobre el cultivo de varias plantas, inventando recetas para procesar y conservar las verduras y frutas, así como en la asignación de distintos tipos de trabajos.

Los dachniki (grupos de vecinos) estaban cerca del ritmo biológico de la naturaleza: para obtener una buena cosecha, se necesita conocer los tiempos y las reglas para la siembra, cultivar las plántulas de manera adecuada y, finalmente, cuidar el jardín durante todo el verano.

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