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| Imagen ilustrativa del restaurante |
Los años dorados de un clásico canario
Con el tiempo, Pecorino se volvió un punto de encuentro casi obligado, no sólo con mi familia sino también con otros grupos: las compañeras con las que practicábamos deporte, reuniones escolares, padres de amigos y más adelante, salidas organizadas desde el liceo. Era de esos lugares que todos conocían, una referencia común dentro de la vida cotidiana del departamento.
La publicidad que todos recordaban
Pecorino también estaba presente en las publicidades de radio, especialmente en FM Ideal 90.1, una emisora muy escuchada en la zona. Todavía me resuena en la memoria aquel anuncio que utilizaba de fondo la canción “Dark Train” del grupo Underworld, una elección poco habitual para la época, moderna y algo enigmática. Esa mezcla de música electrónica con la voz del locutor anunciando combos y hamburguesas le daba un aire distintivo dentro del universo de los fast food locales, y también había momentos en los que la música subía de volumen para que pasara a ser la protagonista.
Hamburguesas, panchos y un ambiente inolvidable
El interior del local de Pecorino era amplio y luminoso, con grandes macetones y un ambiente cálido. Los fines de semana solía estar lleno, y era común combinar una salida al cine con una cena allí. Pecorino tenía ese espíritu de lugar de encuentro, donde se cruzaban adolescentes, familias y grupos de amigos, cada uno con su propia rutina dentro de la ciudad.
El cambio de costumbres y la desaparición
Con la llegada del nuevo milenio y luego de un par de años en el liceo, comencé a ir con menos frecuencia. Primero fue la falta de tiempo, luego el cambio de costumbres. Recuerdo que durante un tiempo todavía escuchaba su publicidad en la radio, hasta que, poco a poco, desapareció. Coincidió con una época en que la radio empezó a ceder terreno frente al Discman, los MP3 y la música por internet. Sin darme cuenta, también yo había dejado de sintonizar aquellas emisoras donde Pecorino seguía existiendo, ya que para entonces, la radio comenzaba a dejar de ser la principal fuente de música.
Años más tarde, movida por la curiosidad, busqué el restaurante en las guías y directorios online que comenzaron a proliferar una vez que entramos al S. XIX. Pecorino todavía figuraba registrado, lo cual me alegró; sin embargo, nunca volví a visitarlo. Pasé varias veces por la zona y, casi sin advertirlo, el local ya no estaba. Su ausencia fue tan silenciosa como su presencia había sido cotidiana.
Intentos de reencuentro digital
Dos décadas después, decidí reanudar la búsqueda, esta vez aprovechando las herramientas actuales: redes sociales, Google Maps y portales gastronómicos. Pensé que tal vez encontraría una fotografía, un antiguo menú o alguna publicación de ex empleados o clientes. Pero no hubo suerte. Lo único que encontré fue un “Pecorino” en San José, sin vínculo aparente con el original.
Otros locales con el mismo nombre
Más recientemente, una búsqueda más exhaustiva me llevó a descubrir al menos tres locales con ese nombre:
- Un restaurante/cafetería “apta para celíacos” en Bv. España, Montevideo;
- Una pizzería en Ituzaingó, San José de Mayo;
- Y otra pizzería con servicio de delivery en Tacuarembó.
Ninguno parecía tener relación con aquel Pecorino canario de los 90, aunque el nombre —tan distintivo— parecía seguir viajando por el país.
Una huella perdida del Canelones de fin de siglo
Lamentablemente, no logré volver a encontrar la guía online donde alguna vez figuró “Pecorino Fast Food”, ni referencias en sitios antiguos. He intentado rastrear portales con copias archivadas de páginas web de la época (muchas hechas en Flash), pero hasta ahora no apareció ningún registro.
Una verdadera lástima que no haya quedado huella digital de un restaurante que fue, durante varios años, uno de los puntos gastronómicos más recordados de Canelones al cerrar el siglo XX.


