Escuchamos el golpe seco del hacha y un potente trueno nos impide distinguir a quien pertenece el grito que ocasiona, alcanzamos a ver por un instante las siluetas de Denahi con su hacha en alto y del wendigo, preparado para atacar poco antes de que la oscuridad los consuma una vez mas.
Kato y yo tensamos nuevamente nuestros arcos, apuntando a donde se encontraba el wendigo y nos preparamos, aguzando la vista para poder distinguirlo de nuestro hermano en la penumbra, varios sonidos de pelea se escuchan, gemidos tanto de mi hermano como del wendigo que son apenas audibles tras los lamentos del español.
Esperamos unos momentos con los músculos tensos, los dientes apretados, rechinando, casi a punto de romperse, los dedos cansados deseosos de soltar las flechas contra nuestro enemigo, esperando, deseando que un rayo caiga para poder verlo, los músculos nos gritan mientras nos acercamos para tener un mejor tiro.
Un grito se escucha nuevamente desde la penumbra, no creemos lo que escuchamos, no queremos creerlo, el grito pertenece a Denahi, su voz desgarrada por el dolor, me hace temblar de rabia y dolor, necesito saber que le pasó, necesito ver qué ocurre, maldita sea, lanzo un grito desesperado, deseando distraer al wendigo.
No importa que me escuche, no importa que sepa donde me encuentro, no importa si me salta encima, necesito que venga a mí, no podré escuchar sus pasos, los gritos no me dejaran saber dónde está, pero no importa, necesito tenerlo cerca aunque sea, necesito que deje a mi hermano.
Escuchamos que alguien cae al suelo, los gritos de Denahi comienzan a enmudecer bajo los lamentos del español, se vuelven cada vez más tenues, más débiles, como si se apagaran lentamente, como si la vida se escapara con cada grito, dejo volar mi flecha a la altura del torso, pues mi hermano no está ya de pie, deseando que golpee al wendigo, que lo destroce de una vez por todas, pero nada, disparo nuevamente y Kato también, pues, escucho su flecha silbar a mi lado, pero nada, solamente escuchamos un ligero chasquido y los lamentos del español se detienen, todo queda en silencio.
Las gotas de lluvia comienzan a caer del cielo, este llora junto a nosotros, escucho mis lamentos lejanos, como si fueran de alguien mas, siento mis lágrimas correr junto con las gotas de lluvia, los Manitus me advirtieron, Denahi me advirtió, debí escucharlo, debí hacerle caso, mi sed de sangre fue respondida, mi venganza ha surtido frutos, mi hermano ha caído, ha caído por mi corazón, por mi ira, por mi dolor, yo soy quien lo ha herido.
En el silencio total escucho la voz de Kato que me susurra ¨corre¨ y así lo hago, corro al frente, a donde se encuentra mi hermano, corro a tropezones con mis pies golpeándose entre las piedras del camino, corro deseando aun poder salvarlo, no puedo dejarlo solo, no puedo huir nuevamente, no esta vez, aunque tenga que enfrentarme al wendigo cara a cara, aunque tenga que hacerlo en la penumbra, aunque muera por ello, no me importa ya, estaré a su lado en la muerte, o en la victoria.
Un rayo cae en la lejanía y alcanzo a ver a mi hermano en el suelo, con la poca luz que me otorga logro ver como su cuerpo está destrozado... no tiene salvación, me siento desfallecer por un momento al verlo, sus manos tiemblan, su cuerpo tiembla, su rostro también y su boca se abre queriendo tomar el aliento que se le escapa, su mirada busca en la oscuridad algo, algo a lo que aferrarse y me encuentra, no sé si llora también, pues la lluvia corre por sus mejillas, pero en sus ojos, casi vacíos de vida, alcanzo a ver miedo, dolor, angustia, busco la culpa, la ira dirigida hacia mí, pero no la encuentro, él nunca ha sido así, a pesar de que morirá por mi mano.
A su lado observo la silueta del wendigo agachada sobre el suelo, parece débil, mi flecha aún se encuentra en su espalda, su hombro se ve completamente destrozado, su brazo está sangrante, sostenido por apenas unos retazos de carne, magullados por los fragmentos de hueso que el arma destrozó.
En el suelo, entre la sangre y la tierra se encuentra el arma de mi hermano, es mi oportunidad, por fin podre destrozarlo, por fin podré hacerlo pedazos, aunque me mate por ello.
La luz del relámpago se desvanece mientras me lanzo directo al wendigo, alzo el tomahawk de Denahi y lanzo un tajo directo a la oscuridad donde se encontraba su cuello, buscando destrozarlo, cortarle la cabeza y que muera de una vez por todas, sin embargo no siento su carne con mi tomahawk, no siento nada, solo el tenue silbido del aire.
Un dolor intenso me llega a los talones, el dolor se extiende a mis pies, mis muslos, siento como si algo se rompiera, pero espero que no sea asi, espero poder levantarme a pelear, el dolor se calma un poco momentos después y mientras los tobillos me punzan, noto que mi espalda se encuentra fría y húmeda, es la tierra, he caído de espaldas.
Busco al wendigo en la penumbra, pero solo veo oscuridad, trato de levantarme, pero siento como si tuviera los talones llenos de astillas y los pies se me falsean aunque solo apoye la planta, tengo que esperar un poco, trato de escuchar a la criatura entre la lluvia, cierro los ojos y escucho un paso sobre la tierra húmeda, se encuentra a mi lado, podre lastimarlo.
Lanzo ataques con mi tomahawk a la oscuridad, pero solo corto el aire, las piernas me comienzan a temblar, pero mis brazos se mantienen firmes, el wendigo atacará en cualquier momento, necesito encontrarlo, necesito lastimarlo un poco más, para que no me destroce. La imagen de Denahi viene a mi mente, veo su cuerpo destrozado, y casi siento como las garras de la criatura cortaran el mío, su miedo… no puedo dejar que me domine, tengo que matarlo, tengo que vengarlo, seguir…
Un grito surge de mi garganta, el dolor se extiende como el fuego por mi muñeca, mis dedos, maldición, siento que algo truena, que revienta, la muñeca me quema, siento como si estuviera en llamas, trato de moverla nuevamente, de mover los dedos, de seguir sosteniendo mi arma, pero no siento mis dedos, no siento mi mano, sólo siento el dolor, el fuego terrible que me quema, que me destroza donde debería de estar.
- "Un flechazo y un brazo me deben malditos indios paganos de porquería, pensé que huirían después de que los acuse como demonios, pero aquí están, uno muerto, uno que huyó y tú"- escucho decir al wendigo a un lado mío.
Tomo una flecha con la otra mano, siento mi garganta destrozada por el grito y el dolor hace que me tiemblen los dedos, los brazos, el cuerpo, apenas puedo sostener la flecha, pero igual busco clavársela en la cara.
No consigo acertarle en la penumbra, comienzo a sentir la sangre tibia en mi espalda, el dolor ya no es tanto como antes, siento como si fragmentos de piedra se hubieran quedado dentro de mi mano, dejo de gritar para buscar, para escuchar los pasos de mi enemigo, saber dónde está, entonces siento un golpe en la cabeza, el dolor se extiende en un momento desde mi frente hasta mi nuca, me punza, todo se mueve a mi alrededor a pesar de ser sólo oscuridad, no logro mover las manos, los pies, la boca.
- "Casi me terminas debiendo otro flechazo, así no…" La voz del wendigo es lejana, entrecortada, relámpago cae al fondo y veo su figura borrosa, difusa. Trato de pensar en mi alma que saldrá de mi cuerpo e irá con mis antepasados, mientras mi ánimo se unirá a la tierra donde siempre ha pertenecido, trato de verlo, de sentirlo, pero cada vez que me alejo, él me vuelve a traer de regreso destrozando una parte más de mi hombro.
La criatura rodea mi hombro con sus fauces, siento como aumenta la presión poco a poco, el dolor es peor a cada momento, llena mi mente, mi cuerpo… no puedo resistirlo, grito con la garganta destrozada, pataleo y me sacudo, quiero quitármelo de ahí, necesito quitármelo de ahí, me destroza.
Su voz es humana nuevamente, pero siento que sus palabras se me escapan, me siento cansado, tan cansado, tan frio…
– Sigue hablando, lo sé, pero no escucho más su voz, las palabras ya no llegan a mí, los pensamientos se van, se desvanecen oscuros en la penumbra.
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