En estas últimas semanas venía pensando que el peor resultado posible para el gobierno era que la ley se mantuviera pero que el "si" obtuviera más votos que el "no", algo que era posible gracias a la aberración que contiene una legislación que permite que los votos en blanco favorezcan a una de las dos opciones y que parecía cada vez más probable cuando, como se está haciendo costumbre en las últimas elecciones, los resultados de las encuestas empezaron a cambiar dramáticamente en los días previos a la votación. Para que se diera ese "peor escenario posible" solo faltaron 20.000 votos... así que se quedó muy cerca. ¿Por qué es el peor escenario posible para el gobierno en mi modesta opinión? Porque, más allá de las cuestiones ideológicas, esta coalición tiene tres grandes defectos "prácticos" a la hora de llevar adelante la tarea de "ser gobierno" que, con este resultado, se van a profundizar.
En primer lugar, es un gobierno que vive en campaña permanente, que solo cuenta las "ganadas" y que hace uso y abuso de la "excusa" a la hora de hablar de las "perdidas". Que la pandemia, que la guerra en Ucrania, que la herencia maldita de los "15 años" y, últimamente, la excusa preferida: "el palo en la rueda". Es como si sus planes solo pudieran implementarse en un país en el que no existiera la oposición, en el que las visiones diferentes sobre cualquier tema se tuvieran que interpretarse como un ataque a la democracia. Bueno, ahora se terminó esa excusa.
Si se hubieran derogado los 135 artículos no se hubiera hablado de otra cosa desde aquí al fin del periodo y todo se hubiera atribuido al resultado de la votación de hoy, pero eso ya no es posible. Tiene mayorías parlamentarias (conformadas por todos los partidos con representación en el legislativo menos uno) y ahora tiene confirmada su ley fundamental, vigente en todos sus términos. Se le terminaron los pretextos y las justificaciones. Es un escenario nuevo, sobre todo para el propio gobierno y su discurso público. Y tiene que enfrentarlo sabiendo que eso del 65% de apoyo de los uruguayos y de la debilidad de la oposición, solo existe en las encuestas que no pueden contrastarse con la realidad.
En segundo lugar, es un gobierno que piensa que puede llevar adelante un proyecto de país sin dificultades ni contratiempos, teniendo a la mitad de la población en contra, por ejemplo, de buena parte de la ley que representa el "buque insignia" de su programa. Las declaraciones públicas de sus representantes y muy especialmente del presidente, antes y después de la votación de hoy, lo demuestran muy claramente. Antes dijo que no veía la necesidad de dialogar sobre ciertos temas y en la conferencia de prensa de hoy no dirigió una sola palabra a los más de un millón de uruguayos (medio país) que votamos en contra de la ley que encarna lo esencial de su programa de gobierno.
Una vez más, "ganó" por una diferencia ínfima y siente que eso es suficiente para seguir adelante sin cambiar una sola coma. Por supuesto que tiene derecho a hacerlo, pero también podría contemplar la opción de comportarse como un verdadero estadista. Sin embargo, en todo este proceso de la luc demostró ser el líder de los que piensan que esto es un nacional-peñarol, con ganadores y perdedores (la famosa grieta). Cuando se puso personalmente al frente de la campaña por el "no" demostró que no tiene real conciencia de que es el presidente de todos los uruguayos. Y en su discurso de hoy, lo terminó de confirmar. Aun sin tomar en cuenta que el presidente no está para "ganarle" a la mitad de sus gobernados, la victoria pírrica de hoy hubiera justificado un discurso diferente, pero volvimos a ver esa soberbia casi infinita, ese gesto impertérrito, mezcla de indiferencia, burla y omnipotencia, que genera una irritación que parece buscada por alguien que se siente parte de un "bando" y contrario del otro. Hay muchos presidentes, pero pocos estadistas. Está claro que acá no lo tenemos.
En tercer lugar, la coalición tiene fecha de vencimiento y, después del resultado de hoy, ese plazo se adelantó mucho, lo que quedó clarísimo en las declaraciones de Manini y también está muy presente en el sentimiento de muchos colorados en todo el país que ya no quieren seguir viendo como su partido y el batllismo se acercan a la extinción. En su mensaje de hoy el presidente demostró (como ya lo ha hecho muchas veces antes) que no le atribuye demasiada importancia a ese asunto. Sigue apostando casi exclusivamente a su propia figura, en un país en el que no existe la reelección, lo que no deja de ser preocupante.
Por eso creo que este es casi el peor resultado posible para el gobierno, lo que creo que quedó reflejado en lo mesurado de los "festejos". La verdad es que había poco para celebrar.
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